Salvación

(foto cortesía de mulad)

Mientras avanzaba por el pasillo que daba acceso a las dependencias del actual regente, al cual Dimitri iba a suceder, no podía dejar de recordar una y otra vez las palabras que tantas veces había escuchado desde pequeño.

-Catorce generaciones de científicos te preceden, tanto en tu árbol genealógico como en el puesto que ocuparás. Haz que todos se sientan orgullosos.- Le decía su madre desde un rincón de su cabeza.


-¿Sabéis por qué esta nave se llama Salvación?.- les preguntaba todas las mañanas su profesor en la escuela. Y continuaba sin dejarles tiempo a contestar.- Porque salvaremos a la humanidad, pero no a toda, solo a lo mejor de lo mejor. Por eso solo embarcaron las ciento tres mentes mas brillantes de la tierra, por eso su sociedad era lo que los antiguos llamaban Utopía. Pero en lugar de estar en una isla, estamos en una nave espacial.

Justo antes de ser presentado ante los ciudadanos como emperador de Salvación tenía una pequeña entrevista con su predecesor, Sensei Chan, gravemente enfermo. Sería recibido en su lecho, como siglos atrás solían hacerlo los grandes reyes, y no por la avanzado de su edad sino para cumplir la tradición de salir juntos al balcón del Emperador. Entonces, consecutivamente, darían el último discurso de uno y el primero del otro ante la mayoría de habitantes de aquella pequeña sociedad volante.

Dimitri no tuvo que llamar a la puerta, esta se abrió sin necesidad de que frenara su paso firme. Una vez dentro, saludó en primer lugar al actual Emperador, que no le contestó y después a todos los consejeros, que murmuraron un saludo y una despedida. Cuando todos los consejeros estuvieron fuera, Chan rompió su sepulcral silencio.

-¡Hijo de mil padres! ¡Heredero de la semilla del mal!.- Dimitri palideció. Todo indicaba que Sensei Chan había perdido el juicio.
-¿Por qué me habláis así?.- preguntó sosegadamente.
-No podía soportarlo más.- rompió a llorar.- Llevo demasiados años mintiendo.- su rostro se iluminó con una sonrisa.- Eres el heredero de un linaje sucio y repugnante. ¡Como yo!.- dijo rompiendo a reír.
-No comprendo, señor.- respondió humildemente Dimitri.
-¿Cómo se llama esta nave?.- espetó el Sensei
-Salvación.
-Mentira.- Cortando a Dimitri.- ¿Cuantos científicos iniciaron el viaje?
-Ciento tr....
-Falso.- sonrió ampliamente.- Siéntate y escucha. Esta nave se llamaba IP-1, una instalación penitenciaria que albergaba a la peor calaña de la tierra.
-Imposible, he visto los vídeos del primer...- intentó defenderse Dimitri.
-Y yo también.- sin dejarlo terminar.- fueron grabados de la televisión, cuando aún estábamos suficientemente cerca de la tierra como para recibirla. Por aquellas fechas también zarpó la nave Salvación, la verdadera, que sí contenía a los científicos y toda la bazofia que nos han hecho creer. Debido a que los lanzamientos fueron casi consecutivos, los medios se referían jocosamente a esta nave como Condenación.
-Pero cómo...
-Muy fácil, un fallo de seguridad y cuatrocientos presos liberados. No tardaron en hacerse con el control de la nave... y con las mujeres... y ahí tienes a la segunda generación.
-Pero la colonia que nos espera....
-Hará nueve o diez generaciones algunos iluminados decidieron comenzar con el cuento, dándole al pueblo su tierra prometida o, por lo menos, tiempo para encontrar una. Dentro de cuatro años deberíamos llegar, pero no encontraremos nada de nada.
-Con todo el respeto, Sensei. Resulta bastante difícil creer todo lo que me cuenta.
-No me creas, míralo tú mismo. Ahí tienes toda la información sin adulterar que los que han ocupado mi puesto, pronto el tuyo, han ido guardado como prueba durante generaciones.

Dimitri se acercó al montón de cajas que había al fondo de la habitación. Abrió la última caja, la que parecía menos deteriorada por el tiempo, aunque no por ello dejaba de estarlo. La primera carpeta que extrajo tenía como título "Plan de estudios". Le echó un vistazo y coincidían exactamente con lo que había estudiado junto con sus compañeros durante la educación primaría, secundaria y la universidad.

-Esto no demuestra nada. De acuerdo, los responsables de educación cambiaron el plan de estudios, ¿qué hay de extraño en eso?.- preguntó tranquilo.
-Está bien.- dijo en mitad de un ataque de tos Sensei Chan.- quieres ir punto por punto en lugar de verlo como algo mas grande. Pues vamos allá. En el fondo de esa caja que has abierto hay un libro, cógelo y léeme el título y el autor.
-Calculus, de Spivak.
-¿Recuerdas haberlo leído?
-No
-Abre la primera página, hay algo manuscrito, léelo.
-Propiedad de Sergei Andrinov, funcionario de prisiones de nivel dos. Primer curso de Ingeniería Electrónica.
-Ve al índice, lee el título de la tercera parte.
-Cálculo In-fi-ni-te-si-mal.- dijo Dimitri haciendo hincapié en cada sílaba, ya que era la primera vez en su vida que leía esa palabra.
-¿Sabes lo que és?.- preguntó Sensei Chan.
-No, no lo se.
-Y yo tampoco. Lee ahora el título de la segunda parte.
-Fundamentos.
-¿Y sobre que trata?

Dimitri ojeó el índice del libro durante unos segundos.

-Son todas las matemáticas que he estudiado en mi vida.- dijo apesadumbrado.
-Y se supone que tú eres un gran científico, heredero de grandes mentes. Pues lo que tú sabes es solo el diez por ciento de lo que viene en ese libro, que es lo que estaba estudiando ese funcionario de prisiones, el tal Andrinov, ¡en primero de carrera!

Dimitri se quedó sin palabras, no era capaz de encajar todo lo que le estaba arrojando a la cara aquel viejo moribundo. Soltó el libro a los pies de la cama y volvió a coger la carpeta que rezaba "Plan de Estudios".

-Tiene que haber un motivo por el que cambiaron el plan de estudios, algo tuvo que suceder.- dijo en voz baja a la vez que pasaba uno a uno los folios arrugados.
-¿Te lo cuento o prefieres leerlo?
-¡Calla!.- gritó Dimitri, intentando defenderse, aunque el hecho de que se derrumbara en la cama indicaba todo lo contrario.
-Es mejor que intentes comprenderlo, en lugar de negarlo.- dijo Chan, cambiando a un tono mas cercano.- Cuando, después de varias generaciones, dentro de la nave el caos empezó a retroceder, los pocos conocimientos que se habían transmitido de madres a hijos llegaban a un nivel muy básico. Cuando se decidió crear centros de formación, ese era el nivel máximo que nadie conocía, así que no podía enseñarse nada más. Pero la buena noticia es que nadie echaría en falta algo que no conoce, nadie iba a preguntar por el cálculo in-fi-ni-te-si-mal, por ejemplo.

Dimitri permaneció con la barbilla hincada en su pecho un rato, digiriendo aquello. Hacía media hora escasa estaba disfrutando el momento de ser coronado emperador de la nave en vanguardia de la tierra, y ahora....

-¡Ya está!.- gritó Dimitri.- Los ordenadores tendrán la información.
-¿Has usado alguno?
-No, pero los pilotos podrían desconectarlos temporalmente del mando de la nave en caso de emergencia. Eso lo sabemos todos.
-No pueden.
-Sí pueden.
-Eso te han contado.
-Llamemos al centro de mando a ver si es verdad.
-Es mas sencillo. Tienes un terminal delante de tus narices. Junto a la cama.

Dimitri nunca había visto un terminal de acceso al ordenador. Le habían contado que solo los usaban los pilotos de la nave y nadie mas podía tocarlos, se necesitaba toda la potencia de cálculo para dirigir la nave. Todos los terminales de la nave habían sido reubicados para que nadie pudiera manejarlos. Dimitri se acercó a la pantalla. Chan, con su mano huesuda, encendió el monitor. El rojo del fondo de la pantalla tiñó la habitación. En el centro, parpadeando en color blanco, la frase, "Seguridad Comprometida. Bloqueo Activado"

Dimitri tocó la tecla "Enter", como con miedo.

-¿Cómo se desbloquea?.- preguntó

Chan estiró su brazo y propinó un par de manotazos al teclado, sin que el contenido de la pantalla cambiase.

-Lleva así desde el día que se abrieron las celdas por error. Bloqueado, sin poder usarse.
-Pero los pilotos....
-¿Conoces a alguien que conozca a alguien que haya visitado alguna vez la sala de mando?
-No, porque es el centro de control de la nave y nadie puede....
-¡Nadie pilota la nave! ¡Nadie! En el momento que se detectó que todos los presos estaban fuera, bloqueó los terminales y comenzó su marcha a mínima potencia y en línea recta esperando a que lleguen.- hizo una mueca.- los buenos. Eso lo puedes leer en los manuales de navegación, en la primera caja.

Dimitri se levantó en dirección a la caja. Sacó un libro

-Ese no, el blanco con manchas de sangre.- corrigió Sensei Chan, desde la cama.

Dimitri fue extrayendo uno a uno los manuales de navegación, guías de procedimientos y protocolos de actuación que había en la caja. Todos con el mismo sello en la cubierta "IP-1 Instalación Penitenciaria". Leyó lo que Sensei Chan le acababa de decir y muchas otras cosas, como el diario del capitán, que resisitió dos días el ataque de los prisioneros. También ojeó el relato manuscrito de una de las enfermeras que sobrevivió al ataque, que bien podía ser antepasada suya.

Volvió a sentarse, dejó caer su cabeza sobre sus manos. Resopló un par de veces, queriéndose hacer con el control de la situación.

-De acuerdo, ¿quién mas sabe esto?

Chan metió la mano detrás de uno de los almohadones de su cama y sacó una carpeta que contenía unas pocas hojas.

-Solo el emperador de la nave lo sabe. Ni los ministros, ni siquiera los consejeros mas cercanos están informados. Las dos únicas personas vivas que lo sabemos somos tú y yo.- dijo Chan, dejando caer en el regazo de Dimitri los papeles que había sacado de la carpeta.

Dimitri leyó los documentos lentamente. Parecía ser el mismo documento repetido varias veces, cada uno sellado y con una única firma. Distinguía claramente el sello imperial y las firmas de todos los emperadores anteriores. Era una declaración jurada en la que se comprometían a guardar el secreto hasta justo el momento de ceder el poder a su sucesor. El último firmado, por supuesto, era el de Sensei Chan.

-¿Me está pidiendo que firme el mío, y continúe con esta farsa?

-En absoluto.- dijo Chan, muy serio.- ahora no puedo pedirte esto. En la situación actual, con la fecha de llegada a la colonia tan cercana, sería imposible continuarla. Cuando dentro de cuatro años la gente pregunte donde esta la colonia, ¿qué les vas a decir?
-¿Qué me propone entonces?
-Que lo contemos todo cuando salgamos al balcón. Todo el mundo estará esperando al nuevo y al antiguo emperador. Ese será el momento de romper esta gran mentira.- hizo el amago de levantarse.- Vamos, ayúdame.

Dimitri le dio el pequeño sustento que necesita para incorporarse.

-Acércame mi bata, no queremos que esta gente pierda la ilusión en la fuerza de su emperador al verme en este camisón.- dijo sonriendo.
-Puedo hacerle una pregunta, Sensei.- dijo a la vez que le ayudaba a ponerse la bata.
-Claro, aunque puede ser que no te guste la respuesta, como todas las que me has hecho hoy.
-¿Qué pensó el día que, como ahora usted a mí, su predecesor le contó todo esto?
-Pensé "tengo que contarlo", y llevo cerca de sesenta años arrepintiéndome día tras día de no haberlo hecho. Hasta el día de hoy.

Los dos comenzaron a andar hacia la puerta del balcón que daba a la plaza. Agarrados el uno al otro, sin poder distinguirse quién sujetaba a quién.

-Acabo de empezar a asimilarlo y para mí va a ser una gran liberación, así que para usted tiene que ser....
-Una salvación.- echó a reir Chan
-Sí, exactamente, una salvación.- dijo entre sonrisas Dimitri.- Siempre hay una salvación.... y una condenación.

Les quedaba pocos pasos hasta el gran balcón, la entrada estaba tapada por una gruesa cortina de terciopelo. Dimitri tuvo que soltar a Chan para apartarla y llegar hasta la puerta.

Los asistentes congregados en la plaza estaban impacientes. Los mas antiguos recordaban la anterior ceremonia, cuando un jovencísimo Sensei Chan dio su primer discurso. Para otros iba a ser su primera sucesión y quizás no vieran otra.

El acto estaba siendo grabado por las cámaras de la televisión, para que todos aquellos tripulantes que estuvieran de guardia pudieran verlo mas tarde. Por las pantallas gigantes dispuestas alrededor de toda la plaza podían verse vídeos de archivo de todo el mandado de Sensei Chan, intercalando los mas antiguos con los mas recientes. Cuando las pantallas cortaron bruscamente el vídeo y mostraron la imagen en directo del balcón, todo el mundo supo que se disponían a salir.

La puerta se abrió. El primero en salir fue el nuevo emperador, el joven Dimitri, con uniforme de gala y muy tranquilo. La cortina se cerró a su paso. Se colocó delante del atril, en una postura marcial, con las manos cruzadas detrás de la espalda.

-Ciudadanos de Salvación, Sensei Chan ha muerto.

Durante unos segundos todo permaneció en silencio, hasta que un grupo comenzó a gritar ¡Sensei Dimitri!, ¡Sensei Dimitri! y no tardó en sumarse el resto de la plaza. Los que controlaban la emisión de las pantallas, tras rebuscar en el guión una y otra vez, saltaron a las imágenes pregrabadas de Sensei Dimitri con el escudo imperial de fondo y el himno de salvación como banda sonora. Toda la plaza fue un estruendo de alegría y jolgorio.

-Catorce generaciones te preceden, haz que se sientan orgullosas.- se dijo Dimitri mentalmente.




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1 comentario:

  1. Esta muy bien, increiblemente bien escrito. segunda parte ya porfavor.

    un saludo literario.

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