Buscando el servicio en un restaurante, llego al aparcamiento y me encuentro con esto, que inevitablemente me recuerda a la poesía de Bécquer y no solo por la obviedad de que se trataba de un nido de golondrina (¿o un vencejo? ¿o un avión?)
sino por la ubicación elegida para la colocación.
Para poneros en situación, os recuerdo la poesía de la que hablo:
Parece ser que la golondrinas, hartas de la pregunta de cada año de cuando volverán han decidido dejarlo todo programado por adelantado:
Vale, ya se que tengo una mente muy rebuscada...
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